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Belén Gache y el deshollinador
Artículo publicado originalmente en “Fobias – Fonias – Fagias. Escritas Experimentais e Eletrónicas Ibero-Afro-Latinoamericanas”, editado por Rui Torres y Claudia Kozak y publicado por Publicações Universidade Fernando Pessoa.
Usted está mirando las noticias mientras chequea en Instagram las fotos del cumpleaños del primer año del hijo de su compañera de escuela a quien no ve desde hace casi dos décadas. Twitter le avisa que tiene una nueva notificación y resulta ser que tiene tres nuevos seguidores, uno de ellos un autor de libros que alguna vez supo leer con voracidad. Se pone contento por un instante. El Whatsapp le marca a ritmo sostenido unas cuantas decenas de mensajes sin leer, entre ellos los de los grupos del trabajo. Dos clientes le mandan planos de diseños incompletos. Una persona le consulta si Usted es capaz de corregir los textos que siguen. Fotografías borrosas se suceden con una serie de párrafos impresos y algunos tachones a mano. Luego, la misma persona le envía un mensaje disculpándose por no saber usar Google Drive y un GIF en base a una entrevista a una reconocida política diciendo una de sus célebres frases al aire. Trump se empaca por la traducción y hay riesgo de que se retire de la cumbre, dice el periodista de la tele que Usted aún tiene encendida de fondo y que cubre gran parte de la pared de su living. Después viene la noticia sobre el look de la primera dama brasilera entrante que opaca la asunción del nuevo presidente. El vestido es de Gucci y le sienta bien, aunque se sospecha que lo usa para tapar un incipiente embarazo. El embarazo es negado de forma rotunda por sus voceros, según indica el diario más importante del país en Twitter, mientras los buenos augurios por el futuro nacimiento no se detienen desde todos los rincones del globo. Cuatro notificaciones de eventos en Facebook a los que no asistirá a pesar de que le ha dado el beneficio de la duda cuando recibió la invitación hace alrededor de un mes, se suman a los pequeños íconos acumulados en la barra superior de su teléfono, ese robotito diario que lo acompaña a todos lados. Revisa el grupo de su familia y su sobrino le ha enviado un meme que a su vez circula en otros grupos sobre la visita presidencial en un escandaloso programa de talentos que se transmite en el prime time por la devaluada televisión de aire y que ya no puede competir con su pasión por Netflix. Usted prefiere las series que ve en tanda cada noche, aunque sabe bastante sobre los escándalos locales porque los programas satélite son tantos que, de una manera u otra, Usted se entera de los engaños “tremendos” y las noticias explosivas sobre vedettes y economistas mediáticos. Ve series sobre mundos con criaturas inexistentes, pero también es aficionado a las que le cuentan algo de historia. De ese modo siente que se instruye un poco y piensa que entiende mejor la realidad. En el fondo, así aplaca la culpa que le produce no dormir lo suficiente a raíz de su adicción a los episodios que fagocita uno tras otro como si estuviera poseído. Pero no todo es sedentarismo, Usted sí se cuida. Sigue los consejos de la nutricionista que tiene su propio canal de Youtube al que se suscribió hace unos meses y es hermanastra de la influencer, hija de un empresario mencionado en la causa de corrupción por los caminos viales que no se realizaron y de la que se desprenden denuncias mediáticas diarias de diversa índole. Los vídeos de la renombrada nutricionista lo incentivan y por eso ha comenzado con treinta y nueve años a practicar Crossfit, porque, en definitiva, en las salas dispuestas para la actividad se pueden sacar fotografías maravillosas para subir como historias online y recibir comentarios halagadores. Usted está al día, le informa Instagram, pero aún así no se resiste y vuelve a la lupita a hacer búsquedas aleatorias. En Twitter, un comentarista deportivo es acusado de magia negra por medio de un tweet proveniente de la cuenta de un famoso político farandulero que recorre las pantallas. Pasa a ser tendencia. Usted se interesa por el tema y lo sigue. Se encuentra con una nota en un diario online que dice que el señor en cuestión es el amante de una periodista de un programa semanal de análisis político en un canal de cable. La curiosidad lo lleva a Youtube. Busca el programa en el que se conocieron. Encuentra discursos del político en el debate por las elecciones pasadas en las que finalmente perdió. Le comparte la noticia a su prima por Whatsapp que seguro va a poder averiguar más sobre el amorío. Ella le contesta con un meme de una declaración en Facebook en donde el político se queja de semejante rejunte de mentiras.
Atrás de Usted viene Belén Gache a contarle que está metido en un mundo de fake-news, memes y voces automatizadas que contaminan sus patrones de pensamiento y se convierten en pegajosos ungüentos difíciles de remover. ¿Quién? Belén Gache, una artista argentina radicada en Madrid, que le propone a Usted hacer algo con esa costra cenicienta y opaca que envuelve su mirada de una masa informe de unos y ceros convertida en cuerpos de información inútil circulante en sus dispositivos. Como el hollín que se acumula silenciosamente en las cosas que habitan el mundo y se convierte en una capa grisácea y olvidada, los discursos estereotipados se multiplican y con ellos el sinsentido de lo que se supone que transmiten. Búsquela, tiene su página web para calmar su corazón ansioso: http://belengache.net/.
Paso a contarle que Usted se encontrará con una mujer fóbica que convierte sus preguntas sobre la vida zombi y espectacularizada de la contemporaneidad en juegos y sus juegos en poéticas tecnológicas que siguen Instrucciones de uso como reza el título de uno de sus libros. Sí, se puede descargar en pdf aquí: http://belengache.net/pdf/InstruccionesDeUso_BelenGache.pdf. Le digo más, las fobias al virus que comporta la repetición mecánica que cubre al mundo de demagogia, se proyectan en su voz con la cadencia de una calma intermitente. Ya verá Usted qué le quiero decir cuando experimente sus obras. Pero Belén Gache es una mujer valiente que usa ese material del mundo siniestro para elaborar su contrapropuesta y es así que se embarca en una misión poética partícula a partícula que consiste en sacar lustre a las palabras, desempolvarlas de ese hollín que se acumula incesante, ir detrás del rastro fonético en donde sucede la diferenciahospitalaria que le ha enseñado a buscar la lectura afanosa de Jacques Derrida.
Hablemos de máquinas de escritura, en particular de aquellas que precisan el uso de la voz. ¿Fue Usted alguna vez a un karaoke? Esa consola que pasaba música con un texto para leer en pantalla proviene de Japón y se popularizó en los años 70 en Occidente. Etimológicamente, kara remite a “vacío” y oke a “orquesta”, así que su función al frente de estas máquinas era llenar ese vacío de letra repitiendo las canciones populares una y otra vez. Belén Gache le propone revisi-tar esa experiencia con su obra Radikal Karaoke. No, no se puede ver en Instagram, pero puede hacer click directamente aquí: http://belengache.net/rk/.
Radikal Karaoke es un dispositivo que emula la popular consola de los bares en base a una serie de discursos que radicalizan, hasta la parodia, la propaganda política. La idea es que nosotros, usuarios de esta obra mediante la computadora, podamos decir en voz alta el conjunto de sin sentidos que suelen repetir los políticos bajo las audiencias sordas de la era del teleprompter y de las pantallas. El hecho de que las consignas sean repetidas una y otra vez producirá cambios en la modulación de la voz, las palabras dichas y las omitidas. Es en esta differance-difference en donde se halla una sustancia que limpia el hollín de la automatización para devolvernos al grito de la vida. Con otras palabras, es en su rol de agente que lee y olvida en donde Usted podrá encontrar la reflexividad que hace falta para descubrir el reverso de los discursos hegemónicos mediante acciones poéticas. Y, además, fíjese, Belén le propone hacerlo con herramientas que Usted tiene a la mano, su computadora, su teclado, su cámara, su micrófono. Sí, puede filmarse para después publicarlo en redes, pero no le aconsejo que la etiquete a @belengache, porque eso querrá decir que Usted volvió al inicio, como en loop, fagocitando la estrategia de insumisión poética y transformándola en contenido del capitalismo informacional. ¿Algo que no sea parte del capitalismo? ¿Algo que no engulla y pueda preservarse de su apetito voraz? Le propongo que, por esta vez, juguemos a la utopía.
Si se quedó con ganas de seguir adelante, puede Usted transformarse en poeta con un simple click. ¿Le cuesta escribir poemas? ¿Nunca escribió uno? Hay una máquina de escritura esperándolo. Belén Gache tuvo esta idea y la convirtió en un Sabotaje Retroexistencial. Súmese a este experimento aquí: http://www.belengache.net/kublaimoon/AIHalim/index.html. Las cenizas producidas por el hollín en el aire se esparcen como un virus. Usted ni cuenta se da. Le cuentan historias y Usted solo se dedica a acumular sin escuchar. La idea de esta obra es producir un algoritmo que pueda generar tantos poemas como Usted quiera. Los puede bajar en pdf, pero también los puede escuchar y allí radica todo el meollo de la cuestión. Esta vez Usted no habla, sino que oye una voz robótica que le lee con una modulación propia del mundo mecanizado, sin filtro que aplaque el tic tac de acero de la máquina. Esa voz maquinal le producirá una suerte de desautomatización al tiempo que emula todas las voces contenidas en las distintas capas de cada interfaz de la que Usted es usuario. Pero mientras en esas interfaces Usted siente voces “humanas” y reconocibles en vídeos o grabaciones de audio que circulan en las redes sociales, en este trabajo Gache lo invita a escuchar los poemas “en carne viva”. En el primer caso, Usted está sumido en el automatismo del consumo del lenguaje ordinario; en el segundo caso, Usted interactúa directamente con el robot poético que le recita el poema producto de un algoritmo que aleatoriamente le ha dado ese resultado que ahora Usted cree propio. Es así que la contaminación auditiva se trabaja como la sustancia pegajosa a la que estamos acostumbrados y que nos engulle en el diario vivir, mientras que la limpieza requiere un distanciamiento y una escucha diferencial y trabajosa. Así es Belén, generosa en las soluciones, exigente en la percepción sonora.
El hollín es un elemento tóxico que invade el cielo y nos envuelve alrededor de la tierra con su peligro. Su alcance es tal que aún no se ha terminado de identificar la totalidad de su proceso químico. Sin embargo, hay unanimidad en la comunidad científica sobre las graves consecuencias que tiene este montón de cenizas en lo que se llama el calentamiento global. Así también se comportan las redes sociales y las noticias que pululan en internet, una y otra se suman a una especie de materia circulante en un mundo de acumulaciones que poco a poco nos ahogan en su polución contaminante. ¿Siente Usted lo insalubre que invade su cuerpo? Belén Gache también. Y es tal su fobia al virus del lenguaje cotidiano multiplicado en los reenvíos incontables, que se ve obligada a elaborar acciones para contrarrestar el malestar invisible que todo azota. Por eso ideó una fórmula poética que tiene poder desintoxicante. Se trata de El Sutra de la tortuga celeste, obra que Usted puede experimentar aquí: http://belengache.net/sutra/
Con esta obra Belén le propone salirse del adoctrinamiento mediático del que Usted es víctima. Sí, lo que le describía al principio: la inutilidad de las presencias políticas en programas faranduleros, las noticias escandalosas que nadie retiene en su mente más de una hora, el consumo de campañas publicitarias de productos a los que no accederá, por falta de medios o por simple desinterés. En fin, todo aquello que no es más que una nube de hollín que sirve para lavar su cerebro e insertar el chip de la hegemonía mediática y económica, engullendo así el sentido de la palabra política y la autonomía del pensamiento.
Tómese Usted El Sutra como parte de su rutina y límpiese de la contaminación que no lo deja visualizar su yo subversivo en solo tres minutos. No es broma. Usted activa el Sutra en su teléfono, una serie de círculos psicodélicos comienzan a indicarle una visualización distinta de la que habitualmente se presenta en la pantalla. Cierra los ojos y la voz de Gache le indica el camino de la respiración y la meditación. Al haber terminado este breve lapso, Usted sentirá las alteraciones que le produce la intromisión del lenguaje poético que suena y resuena en la voz de la autora de esta obra en su rol de Gurú. Y sí, a Belén Gache le gusta incorporar elementos orientales para una mejor vida de los occidentales, piensa que puede colaborar así, eventualmente, a cambiar el mundo.
Respire, esa es su mecánica natural, al fin y al cabo, todos somos un poco robots.
Verónica Paula Gómez es Licenciada en Letras (UBA), Magister en Culturas y Literaturas Comparadas (UNC) y Doctora en Humanidades (mención en Letras) (UNL). Actualmente, reside en la ciudad de Santa Fe (Argentina) y radica su trabajo en IHuCSo Litoral (CONICET/UNL). Investiga sobre la relación entre literatura y lugar, en particular, la producción de literatura digital y la domiciliación política de la escritura en el ciberespacio, de la idea de Nación hacia un reposicionamiento interzonal. Es miembro de la Red de Literatura Electrónica Latinoamericana (LitElat) e investigadora colaboradora de la Red de Cultura Digital.